¿Qué pasaría si le dieran un lápiz a un desequilibrado mental?

sábado, 26 de marzo de 2016

El pensamiento caótico de los ahorcados.

Tocaba los bordes y las juntas sólo para confirmar si era cierto que las tres tumbas sentían celos de los gatos.
Su aliento nauseabundo
se colaba por entre las rendijas
como una madre
pasea a su hijo
sabiendo que se lo han cambiado
por un adolescente.
Las escaleras mecánicas se encrespaban, la ropa interior se acuchillaba, los relojes insultaban y él dejaba de ser protagonista.
Todo era culpa de los buscatesoros y por eso el recuerdo de los toldos pasaba a ser comunitario, junto con el ahogamiento psíquico, los heridos de guerra, la parálisis ancestral , los olores de no cualquier mesías, los payasos con saxofón y la espera en los eneros.

No obstante, su misión era apretar el émbolo, y así entorpecer las chimeneas, las bocas y las dentaduras; esto, aunque yo no quisiera, incitaba el ladrido sexual y las mochilas de bisagras.