¿Qué pasaría si le dieran un lápiz a un desequilibrado mental?

sábado, 19 de marzo de 2011

Reflejos celestes de calabaza

Pintaré de dientes con cabezas
las sonrisas de nubes ribeteadas,
como atormento
la mirada de cenefas.

Todo quiere mi bien, pero
todo quiere mi mal.

Las venas de mitad congelada
que no dejan romper en puños,
querré morderlas
con los pensamientos que enturbio.

Todo quiere mi bien, pero
todo quiere mi mal.

Vuelo, no sé si planeando o cayendo,
colgado todavía en las cutículas,
con la sed de ellas, comprobando la elasticidad
de mis aguas vaporadas.

Todo quiere mi bien, pero
todo quiere mi mal.

sábado, 12 de marzo de 2011

Clavos de botella verde

No comeré carne de semihumanos
a quien unos reyes
le han traído una caja con trucos de magia.

Harina afeitada
y heridas fermentadas.

Vomité todas las cruces tragadas
que intentaban convertir arena en nubes;
cada grano se reveló
provocando los silbidos de mis poros.

Harina afeitada
y heridas fermentadas.

Mis bocas no observan atentas
el espectáculo de disfraces
como efecto de luces purpureas
que ciegan las calvas arrodilladas.

Harina afeitada
y heridas fermentadas.

Provocaron los clavos
un baile en los huesos,
como el malabarismo de tablas
que entierran los enchufes de los últimos quicios
ya perdidos en los horizontes rúbricos.

sábado, 5 de marzo de 2011

El chaval que cambió el mundo (Segunda Parte)

Después de la muerte de Rovento Enalba Acorín se celebró el entierro. Sus padres intentaron que fuera una ceremonia lo más privada posible, pero acabó siendo un funeral multitudinario. En su ataúd sólo se colocó la uña del pie mordisqueada que dejaron de él, acompañada de varios ladrillos que representaban su cuerpo, ya que no consiguieron que los ladrones devolvieran los miembros robados. Muchos de estos miembros eran vendidos en el mercado negro por cifras de dinero astronómicas, que sus padres no pudieron pagar.
Aparecieron muchos más devotos que adoraban al chaval que hablaba tan bien. La gente se lamentó no haber asistido a la celebración que ya se había convertido en legendaria. Se confeccionaron camisas con su cara acompañada de frases emotivas, también tazas, almohadas y retretes que se vendían por docenas. Por otra parte se escribían libros con su historia y su biografía, se opinaba en otros acerca del muchacho y el fervor que había causado, se redactaban además distintas interpretaciones de las escasas palabras que dedicó a sus seguidores.
Mientras tanto, un grupo de adeptos construyó un templo en su nombre, donde colocaron una réplica de su cuerpo en posición de cúbito supino para adorarla. Se construyeron más templos a lo largo y ancho del mundo. Fueron muchos los que decidieron hacer votos para convertirse en electromonjas y magnetocuras de dichos edificios sagrados. Cada aniversario del cumpleaños quedaban todos para lamentar su muerte, y se representaban sus últimas frases ante multitud de personas.
Años más tarde se decidió por unanimidad perseguir a los asesinos de Rovento, con el motivo de conseguir las piezas robadas de su cuerpo. Muchos confesaron su crimen y fueron juzgados de manera violenta, condenados a bailar hasta que sus corazones explotaran, otros eran obligados a alimentarse de heces eternamente, mientras que otros directamente eran insultados hasta que finalmente caían en depresiones monumentales. Se llevó a cabo una persecución sangrienta, que se cobró la vida de miles de personas. A pesar de la temible pesquisa sólo se consiguió la mitad del cuerpo.
Dentro del grupo de fanáticos apareció otro grupúsculo que rechazaba estos actos, y comenzaron a reprocharles esta forma de actuar tan destructiva. Se dividieron del otro grupo y formaron su propia secta, donde adoraban al ya considerado Chaval de manera pacífica. Pronto aparecieron más divisiones que veían otras formas las cuales creían mejores para seguir la senda trazada por el muchacho. Y fue así como un día un chico normal y como todos los demás se convirtió en el chaval que cambió el mundo.