Fue entonces cuando me corté las piernas por la altura de las rodillas buscando una frase donde esconder los dedos que se me habían perdido.
Algún día quería despertarme con el ruido de los dientes al caer, y lo hice con el crecimiento de los buzos que no creían en el sexo entre cucarachas.
Fue entonces cuando me corté las piernas por la altura de las rodillas para ser mejor persona, o recordar que una vez no tuve orejas.
Para que los niños con cabeza de laudes volvieran a enterrarse tuve que prometerles que las esponjas permanecerían despiertas.
Fue entonces cuando me corté las piernas por la altura de las rodillas para escuchar la respiración de los autorretratos, y así mis uñas podrían irse bailando a otra orilla.
Si fallan las expectativas de los ciclistas que con las ruedas invertidas se zambullen en el líquido seminal de los peces, me confeccionaré un traje con las teclas de los pianos o me arrinconaré a amontonar mis dientes.
Fue entonces cuando me corté las piernas por la altura de las rodillas para volver a barajar de nuevo como método medicinal contra la obstrucción del armazón óseo.
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