El rojo sol se burló mucho de ella
antes de volverlo a ver.
Las pezuñas del toro afeitado se habían ido,
como el gélido aire de sándalo.
En lo negro lo echaba de menos,
sus nudos de la madera blanda,
sus hormigas juguetonas azules,
su cálido cuero acolchado...
pero no sus ya roídos huesos,
pues sus falanges acariciaban sus pechos cortados
como las aguas fétidas de vertedero
lamen la fruta sin mandíbulas clavadas.
Su cráneo, cáscara roída de la pieza febril,
con pequeños corazoncitos moviéndose,
escuchó los latidos que ya parecían tan lejanos.
Los hormigueros deshabitados,
se enfrentaban a los gritos marrones recién aparecidos.
El carnet de piedra cambió de nombre,
daba igual, se parecían tanto
que ya solo quería sentir el calor de un cuerpo frío.
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Como ya te dije, el poema está guapo pero me da un asco tremendo DDD: Aún así, es bastante bueno, siendo los versos que más me gustan:
ResponderEliminar"Su cráneo, cáscara roída de la pieza febril,
con pequeños corazoncitos moviéndose,
escuchó los latidos que ya parecían tan lejanos."
Una buena composición... necrofílica, pero buena xD
Felix, se te fue.
ResponderEliminarTe habrás lavado las manos después de haber disfrutado relamiendote una y otra vez.
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