Salí corriendo
ahuyentado por el cielo
gritando.
Comían con entusiasmo
las esquinas
de los zócalos.
¡Dejen de besar el suelo!
Erizo de yemas machacado
bajo las restricciones
de pan anterior.
Apetitosa merienda
que insultaba
amarga.
¡Dejen de besar el suelo!
Sólo pude marcharme
dejando detrás
las carnes convertidas en calles.
Salí corriendo
ahuyentado por el suelo,
gritando.
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