¿Qué pasaría si le dieran un lápiz a un desequilibrado mental?

sábado, 8 de septiembre de 2012

Mi experiencia paterna era acorde con las normas preestablecidas.


Cómo buen padre cuidé de una sandía papillera hasta su adolescencia.
Como buen carroñero intentó sacarme los ojos una vez dejó de necesitarme.
No la dejé, y por ello fui juzgado por el señor de gabardina.
Pernocté en los acordes disonantes de una mala canción hasta completar mi etapa larvaria.
Luego me enteré que mi antigua mascota había enviudado; cómo era de prever no le di mi más sentido pésame.
No la llamé, y por ello fui juzgado por el señor de gabardina.
Vino volando otra vez hacia mí acompañada de una orquesta de viento y percusión.
Había aprendido una extraña danza con la que pretendía extraerme los pulmones.
No la besé, y por ello fui juzgado por el señor de gabardina.
Así que con su ayuda la corté en tajadas hechas en proporción del tamaño de cada instrumento.
Todos comimos, cantamos y reímos a costa de mi descendencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario