¿Qué pasaría si le dieran un lápiz a un desequilibrado mental?

sábado, 27 de octubre de 2012

Un final conocido por las tripas huidizas.


Todo apuntaba a un continuo desdentarse durante el despunte del día, pero tú me acusaste únicamente porque ellos aporrearon a tu madre.
Es por eso que deseo matarte.

Sin embargo, tanto tú como yo, sabíamos que era una impostora, una ventosa solidificada en un soliloquio político.
Es por eso que deseo matarme.

Sólo te puse como condición venir orinada, y viniste deshilachada, con el estómago como una bolsa abierta de cebollas.
Es por eso que deseo matarte.

Me hice y me deshice el sexo al verte como una mariposa muerta, como una legumbre viva, como calzoncillo carnívoro, como un zapato inyectado…
Es por eso que deseo matarme.

Conoces que igual que yo perdiste la ruta, olvidaste llevarte la puerta al salir o simplemente tirar de la cadena para que múltiples piernas se fueran por el desagüe. 
Es por eso que deseo matarte.

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