Sintió que aquel niño revoltoso era su hijo y lo miró con ojos de paternidad. Si fuera su hijo de verdad le fabricaría una pelota con sus intestinos.
No se reconocen.
Cuando lo llamó su madre, el niño sintió inexplicablemente lo que se siente cuando se pierde un padre.
No se reconocen.
Le habían comentando que debajo de su casa se escondía una B enterrada; escarbó, pero allí sólo encontró una remolacha que se deshizo en millones de gusanos, los cuales se evaporaron en insultos.
No se reconocen.
Lo volvió a ver, sólo habían pasado unas horas y ya había cumplido cuarenta años, ¿Quién era hijo de quien?
No se reconocen.
Le contó el suceso de la remolacha y modificó la historia para que tuviera un final feliz. No sólo no lo creyó sino que le contó la historia verdadera.
No se reconocen.
Quisimos cometer un parricidio y al no diferenciarnos, nos matamos los dos. Lloro ahora la perdida.
No se reconocen.
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