Obligado giraba la rueda, y los brazos, las piernas, los ojos golpeaban a los espectadores en la cara.
Venía
como una sombra
reptando.
No tenía más remedio que abrirme en canal, entendí entonces que mis órganos vitales habían sido sustituidos por dados trucados. Sólo me quedaba golpear mi cabeza contra la pared para intentar filtrarme por ella, y escapar; pero me hacían elegir entre la maquina del dolor o los muslos de pollo.
Dirigí mi mirada al suroeste pensando, iluso de mí, que así se pasarían todos mis males.
Venía
como una sombra
reptando.
Los ciegos que fueron atropellados escribirán la lista de la compra en mi cadáver, bajarán las escaleras galopando, embriagados por las pupilas, enloquecidos como luciérnagas porque
venía
como una sombra
reptando.
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