En la planta de mis pies
siempre llevo un trocito de piel negra
que enfrasco en mis huellas.
Un peneque de sal
se oculta entre mi uña
que a veces mordisqueo para notar
la brisa mover mi pelo.
Necesito la nana de mar
y viento para dormir.
Algunas no son pestañas,
son picos de erizo lima
que me cuentan las discusiones de las morenas
pero no salen con el bombillo lleno.
Cubre mi pecho una familia de ortiguillas
que danzan el baile
de los ahogados.
Necesito la nana de mar
y viento para dormir.
sábado, 8 de enero de 2011
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Ese lugar me suena. Genial
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