Apoyado con la pestaña metálica
del dedo meñique
en el otro extremo del émbolo,
miro la gota de agua
en la montaña de arena seca.
Caída regurgitadora,
como el acostarse de un sueño
en los cables azucarados con naranjas.
Un viento susurrador,
como los puños de madera
enfriando en una señal de mal recuerdo,
tambalea mi lóbulo.
Caída regurgitadora,
como el acostarse de un sueño
en los cables azucarados con naranjas.
Una lluvia paginadora,
de espejos intranquilos, casas y cruces asombradas
que lanzan dientes suizos con encías rumanas,
muerde mi espada
la cual refleja los zumbidos de guerra lejana.
Caída regurgitadora,
como el acostarse de un sueño
en los cables azucarados con naranjas.
Me observo en el punto negro,
señal de mira barnizada,
sudando atropellos
con las señoras en batas de camuflaje militar.
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