La melodía salada
como los marfiles apluman los espejos,
acaricia cada brillo
de los tomates enladrillados,
de las costras arenosas,
de la piel gris…
Comen los caballos
la hierba relinchando,
como bramando disminuidos,
para huir azorados
de los que vienen a ensalitrar
sus corazones.
Entre las piedras
dejan caer sus párpados
para que sus uñas se conviertan
en escamas.
Quieren descansar en el mar
y volverse de madera.
sábado, 19 de febrero de 2011
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