Ensotanada no sólo por fuera,
guiña su hueco a quien se tapió
en las orillas de la oscuridad.
Sus huevas amigas
le provocarán las cosquillas más eternas
para que nunca pare de tocarse la cabeza con los pies.
Es una danza de brazos,
si yo no puedo bailarla
que me aten pies y manos.
Su afilada presencia
clava agujas en la espalda
de una bondadosa muchacha,
creando el movimiento perfecto.
Sus buenas acciones serán recompensadas
con miles de alitas tocando pequeñas trompetas
le acompañarán eternamente en el baile.
Es una danza de piernas,
si yo no puedo cantarla
que me muevan la mandíbula.
Su susurro como las botellas
que tocan el caracol con el culo,
acarician al que nada tiene que perder.
No brincó hasta que los pequeños corazoncitos
le tejieran una corbata hecha con las sobras de su piel.
Ruedan, giran, volterean
por el agua turbia,
mientras un ser invisible, que tampoco necesita ver
dirige los trompos sobre el rio.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario