No entiendo
por qué esta soledad
me corta el sexo
en tres mitades,
diseccionándolo
como las cerraduras enmohecidas.
Pero meteré mi cabeza
en los bolsillos de un bufón.
No entiendo
por qué si las naranjas flotan,
el lechón
sigue sonriendo,
para acabar saltando
en mis lagrimales.
Pero meteré mi cabeza
en los bolsillos de un bufón.
No entiendo
como de mi boca
salen anclas,
barcos hundidos
y huesos de gente que no ha muerto.
Entiendo,
meteré mi cabeza
en los bolsillos de un bufón.
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