¿Qué pasaría si le dieran un lápiz a un desequilibrado mental?

sábado, 16 de junio de 2012

Huída con retrovisor sobre indecisión profusa


Vi en la tierra como
sobresalían los hocicos de cachorros
que aullaban.


¡Ojalá se pudran!
pero sólo los miembros,
no quiero que sufran.


¡La esponja! ¡La esponja!


La niña
de cabeza de laúdes
trasquilaba a los perros auxiliados
mientras mostraba una sonrisa
de teclas.


¡Ojalá se pudra!
pero que primero se le caigan los dientes,
no quiero que sufra.


¡La esponja! ¡La esponja!


Intentando golpearme, las viejas enlutadas
que enamoran a barrenderos,
lanzan las patas cercenadas
de los animales enterrados.


¡Qué se pudran!
pero que primero se queden calvas,
no quiero que sufran.


¡La esponja! ¡La esponja!


Llevaré en los bolsillos de mis hombros
un colmillo y una tecla fresca,
y así no olvidaré
que en las astillas de las chalanas
nacen los cubiertos que buscan las retinas.


Me arrancaré los labios
para quitar esta tierra que se incrusta.

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