Me almidono los ojos y así me concentro.
El remolino arrollador interrumpió mi tarea programada de escribir runas en la pared.
Los huevos fritos abofetearon mi cara, dejando una estela de arena de playa desvirgada.
Me almidono los ojos y así me concentro.
Se volvieron palomas y en un gesto de amabilidad se arrancaron la cabeza a modo de saludo.
Una rueda de bicicleta, varias lonchas de salchichón, unas cholas de meter por el dedo, un tubo de escape, un gato pelado por cien soldados deshonrados; todos golpearon mi sien.
Me almidono los ojos y así me concentro.
Ella, la muchacha de vientre cocido también volaba girando, escarranchada. Con su sexo engominó mi cabeza.
Yo seguí con las ecuaciones de nombres propios, pertenecientes a gente asesinada por las esquinas de naranjas. Las fechas se sobreponían.
Me almidono los ojos y así me concentro.
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