¿Qué pasaría si le dieran un lápiz a un desequilibrado mental?

sábado, 1 de diciembre de 2012

Testificación de la santa nalgada


a Max Ernst

Los golpes que llamaron la atención de los tres señores olían a carne resucitada.
¿Quién te dio permiso para andar sobre las aguas?
Admiraban los señores la santa maestría de la nalgada oblicua.
¿Quién te dio permiso para curar a los enfermos?
La aureola sonó a alambre orinado, a céntimo saltarín o a carcajada con óxido.
¿Quién te dio permiso para multiplicar la comida?
Aplauso de los testigos. Brindis de vino. Repartición de bocadillos. Ovación y festejo.
¿Quién te dio permiso? ¡A tu cuarto!
…¿por qué me has abandonado?

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. ¿Acaso te afeitaste la barba antes del amanecer?
    Entonces
    ya sé porque hace tanto tiempo que
    perdiste los dientes en una pelea de gallos.
    Si los bañaste en vino
    a los tres días de tu muerte todavía
    estaba vigente la resaca.
    No enciendas el coche que me está picando el ojo
    porque en él apagaré a la luna
    en la noche en que ella y yo renunciemos
    a tus míseros mandamientos

    ResponderEliminar