Mis capítulos de esporas
sellan pasajes
para elegirme en paraísos artificiales
de yemas o de sándalos.
Las puertas
mal calzadas
que se tumban en un diván
para buscar sus soluciones de cerradura,
atarán sus llaves.
La malicia de las dinamitas
no tiene nada que ver
con el escrutinio interior
de los celadores.
Alguien me habló sobre
los quicios mal peinados
que exigen las provocaciones
de batas desabrochadas con pastillas,
como encriptaciones de fácil irritabilidad.
Calma, calma
de siete
relinchos con viento,
calma, calma,
susurra la lobotomía destinada.
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