Creció desde la almohada la muchacha del vientre cosido.
Se comenzó a quitar la ropa, pero sin conseguir quedare desnuda; de sus poros crecían otros vestidos.
- ¿te acuerdas de mis pezones bemolados?
Los maniquíes a nuestro alrededor respondieron por mí.
Las ratas deliberadamente estornudaban sobre mis uñas.
- ¿te acuerdas de mis nalgas conjugadas?
Ni siquiera las albóndigas enjauladas respondieron; guardando silencio, dejaron de llenar los barrotes de salsa.
- ¿te acuerdas de mis ingles grafiteadas?
Fueron mis manos, no yo, las que cogieron la almohada rellena de filetes. No se callaba.
- He venido para matarte.
Los trozos de carne acariciaban sus pupilas durante la amenaza, pero no paró de desnudarse sin conseguirlo.
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... ¿Qué? La verdad que me encanta la imagen de la almohada fileteada como objeto de asesinato
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