A la puerta mal cerrada le han crecido diez brazos.
Unos brazos desfigurados con protuberancias deformadas, cicatrices mal cocidas, pústulas purulentas.
Unos dedos que bailan como medusas espasmódicas. Unos codos que se remueven como bisagras desangradas. Esos brazos…
¿Intentan cogerme?
¿Intentan saludarme?
- ¡No están, no están! – pienso mirando al sombrero maniático que prepara una mesa para una cena de almendras.
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Armonía y bilateralidad en un solo texto.Bien por usted.
ResponderEliminarMuchas gracias.
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