¿Qué pasaría si le dieran un lápiz a un desequilibrado mental?

sábado, 31 de marzo de 2012

Las muertes de los mosqueteros de risión

A Jacobo García Martín y
Álvaro E. Vento Acosta



Ayer por la noche todos acabamos muertos. Las sabanas de huevos enamorados de las puertas, entendieron ese lenguaje que sólo supo descifrar el enchaquetado hermafrodita.


***

Una parte de mí, en un grito nasalizado murió aplastado por la multitud enfervorecida, después de que alguien soltara un paradigma musical. Quedé con mi cara desprovista de rostro, enseñando mi rojiza calavera y sacudiendo mis muñones en forma de pinzas discoidales. Yo mismo me intenté ayudar llevándome a un hospital donde atendían a sillones con crisis matrimoniales, pero ya era tarde, había muerto.
Aun así, la velocidad hizo que el coche cayera por un precipicio y lentamente presencie mi segunda muerte.

***

Mis tres partes muertas llegaron al cielo de los poetas, pero ninguna de ellas pudo entrar, y las razones claras, estrictas y estiradas nos la dijo el poeta puro ya sin bigote. Aquellas vistas, no eran para nosotros; aquellas vistas, sólo eran para grandes bípedos, desprovistos de lo fútil y armados con el poder de los versos octogonales.

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Mi último yo, que había muerto en varias ocasiones, me enteré que había sido perseguido por el hombre petado que se había enmascarado con papel film, una bolsa plástica y un libro de poemas dedicado señorialmente a su primer descendiente X. Caí de un banco sin ahorros, fui destripado con saña, fueron acuchillados mis tobillos… pero nunca me mató sin antes recitarme versos de la tercera égloga de Garcilaso.

***

Realmente yo morí de fiebres en El Médano.

1 comentario:

  1. "Realmente yo morí de fiebres en El Médano"

    Casi me da algo de la risa al leer esto... ¿En el Médano, really? xDDD

    Me gusta mucho cómo lo has descrito =D

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