¿Qué pasaría si le dieran un lápiz a un desequilibrado mental?

sábado, 2 de abril de 2016

Rostros serenos

Escuchaba el cantar
de los sombreros,
la sonata de los sexos marchitos
y aun así sentía las penas de 1865.
Avanzaba por unas escaleras infinitas, mientras sus ojos clavados en mi nuca me juzgaban. Tenía deseos con lo que me encontraría al final, pero sospechaba lo que me esperaba.
Las gabardinas, los rabos,
las pipas, los bigotes
parecían no existir.
Un niño con voz
tosca auguraba mi futuro
y se llevaba mis miembros
en una maleta de viaje.
Una lluvia de dientes caía sobre mí, provocando un trágico final, o un grito desesperado. No tenía cara, y por eso prefería sentir los candados, o los remolinos de toallas en las adversidades del despertar.
Las gabardinas, los rabos,
las pipas, los bigotes
parecían no existir.

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